Un producto de alta demanda: La frutilla blanca, patrimonio agroalimentario de Nahuelbuta

Conocido por su nombre científico como Fragaria Chiloensis L. Duch, la producción actual de este escaso y apetecido fruto, ha sido posible en el tiempo, gracias al trabajo permanente de pequeños/as agricultores/as de las comunas de Contulmo y Purén, y a las técnicas agroecológicas de conservación y reproducción aportadas por INIA Quilamapu.

Dentro de las características únicas de la frutilla chilena o frutilla blanca, resaltan su aroma, sabor, dulzor, textura, jugosidad y suavidad, lo que la convierten en un producto de alta demanda, a pesar de su escasez.

Este fruto está arraigado a los recuerdos de infancia de quienes la consumían, especialmente en los alrededores de la Cordillera de Nahuelbuta, entre las regiones del Biobío y La Araucanía, a pesar de ser endémica de nuestro país a lo largo de la costa en sectores de las cordilleras de la Costa y de Los Andes.

Su comercialización y consumo fue abundante a lo largo de la historia y hasta fines del siglo XX, lo que posibilita que aún haya consumidores dispuestos a pagar cerca de 25 mil pesos por kilo.

No obstante, y tal como se señala en el boletín “Rescate y valorización de la frutilla blanca en el territorio de Nahuelbuta” publicado por INIA Quilamapu en 2018, la superficie de este fruto disminuyó fuertemente en la última parte del siglo pasado, producto de la erosión de los suelos en que crece, de la competencia por el agua con las plantaciones forestales, y de la ausencia de un manejo agronómico adaptado a las nuevas condiciones.

Los recientes efectos de cambio climático caracterizados por la crisis hídrica, el empobrecimiento de los suelos, y la devastación de los incendios forestales, no han hecho otra cosa que aumentar la presión.

Rescate de la frutilla blanca

En ese contexto y con el apoyo de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), investigadoras de INIA Quilamapu ejecutaron entre los años 2015 y 2018, un proyecto destinado a rescatar ecotipos locales de frutilla blanca en el territorio de Nahuelbuta, y fomentar su producción agroecológica entre pequeños/as agricultores/as.

El trabajo contempló la masificación in vitro de 6 mil ejemplares sanos de frutilla blanca y su reintroducción en la zona, junto a la capacitación de productores/as de las comunas de Contulmo y Purén, para masificar este fruto patrimonial chileno.

Uno de los productores que formó parte de este proyecto fue Jairo Carvajal (hoy ingeniero agrónomo), quien pertenece a una familia de agricultores pertenecientes al sector Manzanal de Purén, quienes se han dedicado por generaciones a la producción de la frutilla blanca.

Fue por este motivo que, en el marco del Día del Patrimonio 2023 y en conjunto con la Oficina Técnica de INIA en Cañete, invitó a su padre, Patricio Carvajal, a su abuelo, Aurelio Carvajal y a su vecino, Sofanor Neira, para compartir experiencias en torno al cultivo del querido fruto.

Durante la jornada realizada en dependencias del Museo Mapuche de Cañete, coincidieron en que las condiciones actuales distan mucho de las que se presentaban hace algunas décadas, tiempo en que el suelo era óptimo y propiciaba una gran producción.

“Somos pocos los agricultores que estamos trabajando hoy con ella (…) anteriormente éramos muchos, pero ahora ha estado decayendo porque la gente ha estado dejando los campos (…) el tema climático, igual nos ha castigado”, comentó Patricio Carvajal.

Sofanor Neira, en tanto, trabaja hace 70 años con la frutilla blanca, desde la época en que junto a uno de sus hermanos se subía a vender a los trenes del ramal que circulaba entre Concepción y Los Ángeles. “Llegamos con unos vecinos hasta la fábrica de conservas, nos compraban bastante fruta para trabajarla”, recordó. Tanto él como sus vecinos, no pierden la esperanza de que la frutilla blanca logre mantenerse y se continúe con su cultivo.

El encargado de la Oficina Técnica Cañete de INIA, Mario Saavedra, señaló que el trabajo en relación al rescate y valorización de frutilla blanca, generó mucho impacto en el territorio. “Fue el inicio de una serie de otras iniciativas de rescate de semillas tradicionales, como porotos, maíz y trigos, todo lo cual fue publicado en el libro “Tukukawe”, el año 2021.

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