Ante la sequía que afecta a Chile desde hace largos 14 años, el sector agrícola ha tenido que ingeniárselas para poder seguir funcionando, ya sea cambiando los cultivos a algunos más resistentes a la falta de agua o usando tecnología como el riego por goteo. A todo ello, ahora se suma una nueva alternativa: el riego subterráneo.
Esta nueva forma de regar los campos está transformando la forma de cultivar diferentes especies convirtiéndose en una solución eficiente para zonas con escasez hídrica, ya que evita las pérdidas por evaporación superficial y escurrimiento, según destacan desde el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA).
El riego subterráneo consiste en la aplicación y distribución del agua directamente a la raíz de la planta a través de un sistema de goteros ubicados en forma subterránea. Al respecto, Luis Leris Garay, especialista del área de INIA Intihuasi y jefe de la oficina técnica de Limarí en la región de Coquimbo, dictó una charla sobre este tema en el marco del proyecto “Centro de Extensión en Agroecología y Economía Circular La Pachamama: Un modelo sostenible de agricultura familiar para zonas áridas y semiáridas”, iniciativa impulsada por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA).
En dicha instancia, Leris planteó los beneficios y los puntos claves a considerar en la instalación de un sistema de riego por goteo subterráneo. Resaltó que lo que se busca es llegar con el agua a la zona radicular, es decir, donde la planta está consumiendo el recurso hídrico. “La mayoría de los sistemas de riego, ya sea presurizado, automatizado, por goteo o por aspersión, distribuyen el agua sobre la superficie del suelo y ésta, de forma gravitacional, avanza hacia la zona donde están las raíces”.
Menos agua, malezas y fertilizantes
Entre las ventajas del riego subterráneo frente al riego de superficie no solo está la reducción en el uso de agua (35% menos comparado con el riego por aspersión), sino que también genera menor presencia de malezas, se disminuyen las aplicaciones de fertilizantes, mejora el control de la salinidad, se contamina menos el suelo y agua, además de una menor exposición a roturas por roedores.
El especialista aconseja que antes de instalar las tuberías y emisores de riego, se debe realizar una buena labor de suelo, porque después éste no se puede intervenir con arado u otros implementos de labrado profundo, sobre todo en especies forrajeras como alfalfa o arbustos forrajeros. “Para maximizar su eficiencia, lo importante es que el agricultor tenga claro que después de establecida la especie no se puede laborar el suelo”, recalcó Leris.
Otro aspecto importante es estudiar la disponibilidad de agua en la zona donde se pretende instalar este sistema, diseñarlo sobre la base de las necesidades específicas del agricultor y seleccionar los cultivos más adecuados para ser regados.
Probado en diferentes cultivos
La alfalfa es un cultivo factible de implementar con este método y desde el INIA afirman que poseen experiencias que han sido validadas exitosamente en regiones geográficas áridas donde los suelos son difíciles de manejar, es decir, compactos de pobre condición física, escasa aireación y bajo contenido de materia orgánica. Sin embargo, a pesar de estos obstáculos, “hemos instalado la cinta a 20 cm de profundidad y el cultivo ha funcionado con alta eficiencia hídrica”, asegura Luis Leris.
Recordar que una limitación tradicional del cultivo de alfalfa es la alta necesidad de agua de riego, cuya falta en períodos críticos del cultivo afecta los rendimientos (14.000 m3/ha para producciones de 15 a 16 t MS/ha).
Por la experiencia existente, este método permite un funcionamiento de muchos años si se realizan las mantenciones adecuadas, se elige los emisores correctos y la profundidad adecuada para el tipo de suelo. Pueden durar entre 25 y 30 años, lo que a la larga es un ahorro para el agricultor. Además, al estar enterrados los emisores, líneas de goteo y matrices no se deterioran porque no tienen contacto directo con la radiación solar. Además, no tiene un gasto energético alto, porque los emisores de riego pueden funcionar con un mínimo entre 8 y 10 m de presión, es decir, menos de un bar de presión.
El experto explica que en nuestro país este sistema ha funcionado bien en huertos de cítricos como limones, nogales, vides pisqueras y almendros. En tanto, en países como Argentina se está usando bastante este sistema de riego subterráneo en amplias superficies para producción de maíz y soya.
La experiencia en la Granja La Pachamama
Los fundadores de la Granja La Pachamama, Marco Aceituno y Macarena Valdés, en el área de establecimiento de los frutales utilizan un mulch (capa de materia orgánica), en este caso de forraje verde hidropónico seco que colocan sobre la superficie como una forma de cubrir el suelo, evitando que se pierda el agua por evaporación directa. Leris resalta que este modelo “tiene un buen potencial para este sistema de riego porque ayuda a mantener la humedad”.
Lo que sí, recalca el experto, se tiene que considerar ciertas prácticas agronómicas que tienen que estar en combinación con el riego subterráneo. En el caso esta experiencia en la Región de Coquimbo, “al momento de laborar el suelo conviene agregar una cantidad adecuada de materia orgánica aplicando una capa de guano de unos cinco centímetros y luego realizar la labor de subsolado, de modo de preparar el suelo como si se fuese a sembrar”, explica el especialista.
Bajo este esquema, se apunta a hacer una agricultura de cero labranza, es decir, un mínimo laboreo del suelo, moviendo una delgada capa (entre 4 y 5 cm) para no dañar las tuberías y emisores de riego.
